Esto es lo que dice la líder de UPyD:
Este artículo de Millás me ha hecho recordar lo que ocurría en el PSOE
cuando empezó la decadencia y su desmembración como partido progresista
y nacional. Yo estaba entonces allí. Yo denunciaba lo que estaba
ocurriendo, la gravedad de la ruptura de todos los consensos básicos,
desde la política europea hasta la política antiterrorista, pasando por
el diseño del modelo territorial del Estado que Zapatero prefirió
acordar con los partidos nacionalistas, los partidos que no creen en el
estado español.
Qué bueno hubiera sido que Millás denunciara
entonces, cuando estaba ocurriendo, la hipocresía de las mujeres
feministas del PSOE. Qué bueno hubiera sido que contara, en vivo y en
directo -ya que confiesa que lo sabía-, que las feministas del PSOE
decidieron no apoyar a Nevenka en sus denuncias contra el acosador
sexual porque era "guapa y de derechas". Pero ni él ni los barones del
PSOE decían nada entonces...
Así fue todo cuando empezó la
demolición del Partido Socialista Obrero Español: nadie decía nada
porque Zapatero, gracias al trabajo de Pepe Blanco, había conseguido
atesorar todo el poder orgánico del Partido socialista. Nadie pintaba
nada en el PSOE si no estaba con la dirección; nadie iba en una
candidatura, nadie conseguía ser ni concejal de pueblo si no comulgaba
con la nueva doctrina, la de la segunda transición: hagamos lo contrario
de lo que hicieron nuestros mayores, expulsemos al PP del pacto
constitucional, pactemos todo con los nacionalistas. Vamos, lo que
intentó Miterrand (con éxito, por cierto) en Francia: favorezcamos la
creación de una extrema derecha española con representación
institucional para garantizarnos el poder de manera cuasi eterna.
Hoy la gente se asombra de que las cosas en el PSOE hayan llegado al
extremo de que ese partido, en el modelo que conocimos los que formamos
parte de él en los años setenta, haya desaparecido. Lo que está
ocurriendo es de una lógica aplastante: a partir de que los dirigentes
de entonces les pareciera normal que Zapatero teorizada el pacto
político con ETA (eso fue la negociación, que dejaran de matar a cambio
de concesiones de carácter político), ya nada queda a salvo. La mayor de
las corrupciones fue ese intento de pacto con ETA; intento que, por
cierto, ha tenido su éxito, pues están en las instituciones y hasta el
PP lo acepta como un avance de la democracia. Insisto: una vez que te
corrompes en lo máximo, cualquier otra desviación es puramente
anecdótica. Ni el modelo de estado para consagrar la desigualdad ni
ninguna de las políticas que el PSOE pueda defender significarán
traición mayor a la democracia que esa indigna negociación con ETA.
Se que hay quien no quiere contemplar las estas cosas en su contexto.
Pero no hay mayor corrupción que asimilar como a semejantes en la esfera
política a personas o partidos que justifican los crímenes de ETA y que
consideran que el final de la banda pasa por el reconocimiento de
"todas las víctimas" en igualdad de condiciones, lo mismo el terrorista
al que le estalla una bomba que estaba preparando para asesinar a un
padre de familia que el de la víctima de ese horrendo crimen.
Pues eso es lo que hizo el Partido Socialista en la primera legislatura
de Zapatero: reconocer a la banda terrorista como interlocutor político.
Lo de menos es que no llegaran a acuerdos completos con ellos: el mero
hecho de reconocerles como iguales fue la mayor de las traiciones a la
democracia que un partido político puede cometer.
Por eso al
leer el artículo crítico de Millás he pensado en lo que hubiera sido si
todos los que hoy critican las políticas de Zapatero lo hubieran hecho
entonces, cuando las estaba llevando a cabo. Si todos esos barones
(desde Bono a Jaúregui, pasando por Chacón, Guerra o Barreda, o Ibarra, o
Chaves...) hubieran actuado entonces en coherencia. Ellos tenían poder
para hacerlo, para provocar un cambio de rumbo en las políticas que se
llevaban a cabo. Ellos eran miembros de la Comisión Ejecutiva, del Congreso de
los Diputados...; ellos presidían Comunidades Autónomas, controlaban
federaciones importantes del PSOE... Ellos callaron; ellos permitieron;
ellos asintieron; ellos votaron (hasta Joaquín Leguina votó a favor del
Estatuto de Autonomía de Cataluña, no diré más...) las propuestas del
PSOE para desmembrar España rompiendo la igualdad y la cohesión de todos
los españoles...
Ellos, todos ellos, compartieron la
responsabilidad de la mayor de las corrupciones: el pacto político con
ETA. A partir de ahí, ¿qué viene ahora a contarnos?
Nadie se
movió; nadie rompió la disciplina de voto. Nadie dijo nada en los
órganos en los que se podía opinar y de los que ellos eran miembros.
Zapatero tenía tanto poder como falta de conocimiento. Y todos ellos
querían estar en la foto. Y que no me digan que no se podía hacer otra
cosa que callar; yo hablé. Y me fuí.