El miedo, la frustración, la ansiedad y el estrés nos intoxican bioquímicamente hasta el punto de que pueden llegar a producirnos alteraciones emocionales, físicas y de la salud.
¿Conoces a alguna persona que te genere miedo, frustración, ansiedad o estrés?
Si tu respuesta es afirmativa, lo lamento, conoces a una persona tóxica.
Debes tener cuidado entonces ya que esa persona puede destruir la confianza que tienes en ti mismo, alejarte de tus objetivos y hasta arruinar tu vida.
El psicólogo Juan Cruz identifica los antídotos para este veneno que intoxica las mentes de muchas personas en contacto con un entorno personal o laboral poco saludable. Son los siguientes:
Detección: El primer antídoto es precisamente entrar en contacto con el veneno y desarrollar las defensas mentales necesarias para hacerle frente.
“Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino hacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma”.
Adaptación: Aunque la situación sea muy tóxica se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
Abstracción: Todos somos libres de ‘cerrar la ventana’ de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque se nos bombardee con mensajes 'letales' tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
Autoestima: Debemos potenciar los recursos que tenemos, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, así como buscar nuevos entornos más saludables donde se aprecien nuestras cualidades.
Relaciones sociales: Tenemos que cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Es muy importante fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia ‘desgracia’. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
Evitar el victimismo:
Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y
otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
Cordialidad: Aunque parezca difícil, hay que intentar emplear la cordialidad. Convertir el enfado en amabilidad es una respuesta ideal frente a muchos que van de duros por la vida. Los motivos de su actuación suelen ser la inseguridad y la falta de amor propio. Al saber que esas son las causas de su toxicidad, puede controlarse el enojo y transformarse en amabilidad. Muchas personas que tratan con el público hacen gala de esta capacidad que da frutos asombrosos.
Indiferencia: Otro antídoto puede ser desprenderse de cualquier emoción con respecto a la persona tóxica: sacarla de nuestra vida, no preocuparse por ella, no desearle ni bien ni mal, visualizar la desconexión con ella, dejarla atrás.
En resumen, si conoces a una persona tóxica no hay que temerla y huir de ella, hay que afrontarla organizándose hacia dentro en lo personal y hacia afuera en lo laboral.
Cordialidad: Aunque parezca difícil, hay que intentar emplear la cordialidad. Convertir el enfado en amabilidad es una respuesta ideal frente a muchos que van de duros por la vida. Los motivos de su actuación suelen ser la inseguridad y la falta de amor propio. Al saber que esas son las causas de su toxicidad, puede controlarse el enojo y transformarse en amabilidad. Muchas personas que tratan con el público hacen gala de esta capacidad que da frutos asombrosos.
Indiferencia: Otro antídoto puede ser desprenderse de cualquier emoción con respecto a la persona tóxica: sacarla de nuestra vida, no preocuparse por ella, no desearle ni bien ni mal, visualizar la desconexión con ella, dejarla atrás.
En resumen, si conoces a una persona tóxica no hay que temerla y huir de ella, hay que afrontarla organizándose hacia dentro en lo personal y hacia afuera en lo laboral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su comentario.