El salón de actos en el que Rosa Díez impartió ayer una conferencia coloquio organizada por el Departamento de Ciencia Política y de la Comunicación de la Universidad de Murcia era como España.
Sí, como España. Entre nosotros había una mujer valiosa y valiente. Una verdadera líder que, como cada vez que interviene en público, alzó la bandera de la libertad y que, como tantas otras veces, descubrió que no había ningún ejército dispuesto a luchar.
Vale, estábamos en la Universidad. Era una conferencia coloquio para universitarios que, además, eran mayoría entre los asistentes pese a ser un acto con entrada libre.
De acuerdo, el resto de asistentes, además de José Antonio Sotomayor, el candidato al Congreso de los Diputados por UPYD en la Región de Murcia, Rubén Juan Serna, miembro del Consejo de Dirección Nacional de UPYD y otros representantes regionales de UPYD, éramos militantes y simpatizantes que, o no quisimos quitar protagonismo a los estudiantes, o la moderadora no nos dió cancha...
Pero ayer, de alguna forma, me volví a sentir como cuando supe de la existencia de Rosa Díez gracias a Basta Ya, aquella ejemplar organización de vascos ejemplares que se enfrentaban a ETA (y que siguen haciéndolo, entre otras cosas, porque ETA no ha desaparecido) con la palabra y con la resistencia cívica.
Puede que fuera debido al retroceso democrático que hoy vivimos en España. O quizá a causa de las intervenciones de algunos estudiantes barbilampiños con argumentos y maneras utilizadas por esos intolerantes emergentes que esconden su odio tras sus sonrisas...
Lo cierto es que ayer volví a sentir la necesidad de intervenir para preguntar a la gente algo así como
¡¿Es que no veis que esta mujer está peleando por vuestra libertad?!
Aunque también sabía que eso no era necesario. Porque allí estaba ella con la bandera. Tan luchadora. Tan pequeña y tan grande. Tan libre...
Así que después de su breve conferencia inicial, tres turnos de preguntas y varias interrupciones con aplausos, los periodistas de los principales medios regionales, La Verdad y La Opinión de Murcia, entre otros, tomaron sus notas. Algunos enviamos algunos tuits con alguna idea brillante, alguna denuncia... Las dos horas pasaron en un suspiro.
Conseguí hacerme un hueco entre la gente para los saludos y los agradecimientos. Encontré el momento para los míos.
El primer agradecimiento por ser mi mejor representante en el Congreso de los diputados (¡Tú sí que me has representado Rosa!).
Y el segundo por cumplir su palabra. Una que guardo como oro en paño en un ejemplar de su libro 'Porque tengo hijos' desde hace cinco o seis años, justo debajo de mi cita favorita, tal y como se puede ver en la imagen inicial del presente artículo.
En definitiva, ayer agradecí a Rosa Díez que siga resistiendo día tras día, pese a todas las dificultades personales, políticas y mediáticas de los últimos años, para demostrar que 'luchar por la libertad siempre merece la pena'.
Muchas gracias Rosa.
Sí, como España. Entre nosotros había una mujer valiosa y valiente. Una verdadera líder que, como cada vez que interviene en público, alzó la bandera de la libertad y que, como tantas otras veces, descubrió que no había ningún ejército dispuesto a luchar.
Vale, estábamos en la Universidad. Era una conferencia coloquio para universitarios que, además, eran mayoría entre los asistentes pese a ser un acto con entrada libre.
De acuerdo, el resto de asistentes, además de José Antonio Sotomayor, el candidato al Congreso de los Diputados por UPYD en la Región de Murcia, Rubén Juan Serna, miembro del Consejo de Dirección Nacional de UPYD y otros representantes regionales de UPYD, éramos militantes y simpatizantes que, o no quisimos quitar protagonismo a los estudiantes, o la moderadora no nos dió cancha...
Pero ayer, de alguna forma, me volví a sentir como cuando supe de la existencia de Rosa Díez gracias a Basta Ya, aquella ejemplar organización de vascos ejemplares que se enfrentaban a ETA (y que siguen haciéndolo, entre otras cosas, porque ETA no ha desaparecido) con la palabra y con la resistencia cívica.
Puede que fuera debido al retroceso democrático que hoy vivimos en España. O quizá a causa de las intervenciones de algunos estudiantes barbilampiños con argumentos y maneras utilizadas por esos intolerantes emergentes que esconden su odio tras sus sonrisas...
Lo cierto es que ayer volví a sentir la necesidad de intervenir para preguntar a la gente algo así como
¡¿Es que no veis que esta mujer está peleando por vuestra libertad?!
Aunque también sabía que eso no era necesario. Porque allí estaba ella con la bandera. Tan luchadora. Tan pequeña y tan grande. Tan libre...
Así que después de su breve conferencia inicial, tres turnos de preguntas y varias interrupciones con aplausos, los periodistas de los principales medios regionales, La Verdad y La Opinión de Murcia, entre otros, tomaron sus notas. Algunos enviamos algunos tuits con alguna idea brillante, alguna denuncia... Las dos horas pasaron en un suspiro.
Conseguí hacerme un hueco entre la gente para los saludos y los agradecimientos. Encontré el momento para los míos.
El primer agradecimiento por ser mi mejor representante en el Congreso de los diputados (¡Tú sí que me has representado Rosa!).
Y el segundo por cumplir su palabra. Una que guardo como oro en paño en un ejemplar de su libro 'Porque tengo hijos' desde hace cinco o seis años, justo debajo de mi cita favorita, tal y como se puede ver en la imagen inicial del presente artículo.
En definitiva, ayer agradecí a Rosa Díez que siga resistiendo día tras día, pese a todas las dificultades personales, políticas y mediáticas de los últimos años, para demostrar que 'luchar por la libertad siempre merece la pena'.
Muchas gracias Rosa.
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