27 diciembre 2014

Felipe VI se aleja de la bandera y de las víctimas del terrorismo
















La noche del miércoles fue nochebuena. Felipe VI entró en las casas de millones de españoles con su primer mensaje de navidad tras su proclamación el pasado mes de junio como nuevo Rey de España y despues de los 39 mensajes de navidad a los españoles que realizó su padre Juan Carlos I. Ha sido un discurso histórico. Y no solo por eso.





El 2014 no ha sido un año cualquiera. Así lo reconoce el propio Rey de España: 

"Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles para nuestros ciudadanos y para España en general". 


Dos ejemplos cercanos que acreditan esa afirmación son, por un lado, que el lunes pasado se confirmara que la imputación de la hermana de Felipe VI la llevará al banquillo como cooperadora necesaria de los delitos fiscales de su marido y, por otro lado, que ayer se conociera que la hermana imputada de Felipe VI pasó la nochebuena en la Zarzuela acompañada de su marido.







Dado que Felipe VI conoció la noticia de la imputación de su hermana antes de grabar su discurso navideño, la credibilidad del mensaje contra la corrupción que incluyó en el discurso es directamente proporcional al compromiso del comentario más explícito que realizó sobre dicha imputación, o sea, este:

“Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho”.





















Tal y como se puede comprobar en las portadas de la prensa "independiente" del poder político y en las reacciones de dicho poder, todos aplauden el discurso. Una situación que me trae a la memoria la fábula de Hans Christian Andersen.



El Rey de España y el Presidente de la Generalidad cuatro semanas después del 9N y dos tras la querella de la Fiscalía Gral. del Estado

















Felipe VI también reconoció y señaló lo siguiente:

La importancia de nuestros problemas políticos genera inquietud.

(...)

No debemos dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo; sino afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática como la nuestra.

(...)

Quiero referirme también a la situación que se vive en Cataluña.

(...)

Pero no se trata solo de economía o de intereses sino también y, sobre todo, de sentimientos.

(...)

Los desencuentros no se resuelven con rupturas emocionales o sentimentales. Hagamos todos un esfuerzo leal y sincero, y reencontrémonos en lo que nunca deberíamos perder: los afectos mutuos y los sentimientos que compartimos. Respetemos la Constitución que es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad. Y sigamos construyendo todos juntos un proyecto que respete nuestra pluralidad y genere ilusión y confianza en el futuro.

Porque necesitamos, también, ilusión y confianza.

(...)

Todo tiempo político tiene sus propios retos. Debemos seguir avanzando en nuestra convivencia política, paso a paso, adaptándola a las necesidades de nuestro tiempo. Poner al día y actualizar el funcionamiento de nuestra sociedad democrática y conseguir que los ciudadanos recuperen su confianza en las instituciones. Unas instituciones con vigor y vitalidad, que puedan sentir como suyas."







Lo anterior es lo más destacado de un discurso que pretendió "generar ilusión y confianza en el futuro". 

Sin embargo, además de la imputación/desimputación de Cristina de Borbón, en este discurso no se abordaron, o dicho de otra forma, se ocultaron varios asuntos de suma importancia. ¿Qué es lo que ocultó el Rey de España?  

Felipe VI ocultó y/o silenció el 9N, Artur Mas, Mariano Rajoy, los derechos de los catalanes no nacionalistas, los recortes, los deshaucios, los emigrantes, los inmigrantes, las Fuerzas armadas, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y, sobre todo, la bandera y las víctimas del terrorismo. 

En efecto, en todos los anteriores discursos de navidad, el Rey de España, el símbolo de la unidad y permanencia del Estado (art. 56.1 de la Constitución española) aparecía ante las cámaras de TV con la bandera a su espalda. Sin embargo, es muy significativo (y simbólico) que en su primer mensaje de navidad a los españoles Felipe VI haya alejado de sí varios metros la bandera de España (ver las imágenes que hay bajo el título de la presente entrada).







Pero el más lamentable alejamiento fue la injusta ocultación, por ausencia de mención en su discurso, de las víctimas del terrorismo. Una ocultación que ha sido señalada, entre otros, por medios como Libertad Digital, y por periodistas como Santiago González, Pedro J. Ramírez y Luis del Pino.

Valga como muestra el editorial "Misericordia" de Don Luis del que destaco lo siguiente:

"A lo largo de este año 2014, hemos visto cómo nuestra clase política buscaba todo tipo de subterfugios para proceder a la excarcelación de etarras prevista en la hoja de ruta de negociación con ETA. Vía Nanclares, derogación de la doctrina Parot, acumulación de las condenas cumplidas en Francia... por una vía u otra, los etarras van siendo liberados, ante el estupor y la impotencia de las víctimas.

Y, en una culminación simbólica de esa humillación y esa injusticia, esta semana el nuevo Rey de España, Felipe VI, ha omitido toda referencia a las víctimas del terrorismo en su mensaje de Navidad, el primero que dirigía a la Nación."


¿Qué ilusión y confianza en el futuro puede generar un proyecto que se construye sobre el olvido de los que mueren por los demás?








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