“Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios.”
Alexander Pope
Alexander Pope
Estaba convencido de que la monarquía había dejado de ser útil a España. Tenía mis razones. Sigo siendo partidario de la república como forma de estado pero, por encima de sectarismos, soy un ciudadano libre.
Sí, soy un español que el pasado 1 de octubre sufrió de nuevo la indignidad de ver cómo, después de asegurar que no se iba a celebrar, el Gobierno de España permitía la celebración del segundo referéndum ilegal para la autodeterminación de Cataluña en el que, al igual que el 9 de noviembre de 2014, sólo dos millones de votantes, apelando a supuestos derechos territoriales anteriores a la Constitución, intentaron mutilar de forma sectaria la soberanía que compartimos 45 millones de compatriotas.
Sí, soy uno de esos millones de españoles que el 1-O se sintió de nuevo traicionado por el gobierno de España. Uno de tantos que sacó la bandera al balcón de su casa, que buscó compañía en la defensa de la Constitución y del Estado de derecho y que, salvo a políticos extra parlamentarios, periodistas de medios no mayoritarios y tuiteros de modesta influencia, sólo encontró a Su Majestad el Rey.
En efecto, dos días después del 1-O millones de españoles estábamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. A más a más, en Cataluña se había convocado una huelga general como "respuesta unitaria a la represión del Estado" y todos los catalanes pudieron ver (y sufrir) escarnios a agentes policiales, señalamientos a periodistas y políticos, así como enfrentamientos entre compañeros de trabajo y entre familiares. Es decir, ese día los catalanes conocieron algunas de las consecuencias de ser súbditos de la República catalana.
Por eso al final de aquel martes 3 de octubre de 2017 la mayoría de los catalanes y del resto de españoles hicimos nuestro el discurso del Jefe de Estado. Porque el Rey de España alzó la bandera por la que millones de españoles estamos dispuestos a luchar.
Millones de españoles estuvimos representados también por los miles que fueron a la manifestación del 7 de octubre en Madrid y, especialmente, por el millón de catalanes que participaron al día siguiente en la histórica manifestación de Barcelona con aquel inolvidable discurso de Vargas Llosa.
Dos semanas después, Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno de España, tras reunirse con Pedro Sánchez y con Albert Rivera, avisó de la aplicación del artículo 155 de la Constitución pero también de que abortaría la aplicación de dicho artículo si Puigdemont convoca elecciones en Cataluña.
Fue entonces cuando como un luminoso sueño en medio de una oscura pesadilla, emergió, con enorme altura y belleza deslumbrante, la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Un acto celebrado el 20 de octubre en el que la presencia y los discursos de los presidentes del Parlamento, del Consejo y de la Comisión Europea dieron una relevancia extraordinaria al memorable discurso que el Rey pronunció. Un discurso que fue especialmente importante en su parte final y, aún más, si cabe, en estas palabras.
Unas horas después, la mañana del sábado 21, se celebró el consejo de ministros en el que Rajoy dio a conocer el documento de medidas para la aplicación del artículo 155 de la Constitución que días más tarde se llevaría al Senado para su aprobación y posterior aplicación tras su publicación en el BOE. En dicho documento se incluían medidas tan necesarias como el control de los miembros de la policía de la Generalidad ("En el caso de que sea necesario los miembros del Cuerpo de Policía de la Generalitat de Cataluña - Mossos d'Esquadra - serán sustituidos por efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado"), así como medidas para "garantizar la transmisión de una información veraz, objetiva y equilibrada ..." en el ámbito del servicio público autonómico de comunicación audiovisual (TV3, Catalunya Radio...).
Pese a que todas esas medidas estaban sometidas a revisión ("El gobierno podría anticipar el cese de estas medidas si cesasen las causas que lo motivan") y tenían una duración determinada ("se mantendrán vigentes y serán de aplicación hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno de la Generalitat resultante de la celebración de las correspondientes elecciones al Parlamento de Cataluña"), ese mismo día 21 se trasladó la idea desde medios cercanos al gobierno de que las elecciones catalanas se celebrarían en seis meses. Muchos estábamos contentos.
Sin embargo, el viernes 27, pocas horas después de la aprobación en el Parlamento de Cataluña de la resolución para declarar la independencia, Rajoy anunció la disolución del Parlamento de Cataluña y la convocatoria de las elecciones catalanas para el día 21 de diciembre.
Lamentablemente, cuatro meses después seguimos viviendo momentos muy negativos para nuestra vida democrática.
Pese a que por actuaciones de la Justicia algunos políticos responsables de los hechos acontecidos los pasados meses se encuentran en prisión preventiva acusados de graves delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos, el gobierno de España no ha evitado la huida a Bélgica de Puigdemont, el expresidente de la Generalidad.
Pese a que Forn y Trapero, como respectivos responsables político y operativo de los Mozos de escuadra están en prisión preventiva acusados de rebelión y sedición. Pese a que los Mossos fueron interceptados por la Policía cuando trataban de quemar cajas llenas de documentos que relacionaban a sus mandos con decisiones contrarias a las órdenes del TSJC de impadir el 1-O, pese a lo anterior, el gobierno de España no ha adoptado ninguna medida que afecte a la policía autonómica catalana en aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Pese a que TV3 no emitió el dicurso de nochebuena del Rey. Pese a que desde Catalunya Radio se informó de los movimientos de la Policía y la Guardia civil en Cataluña, pese a lo anterior, el gobierno de España no ha adoptado ninguna medida que afecte a esos medios públicos de comunicación en aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Pese a que el gobierno de España asume el control de la Generalidad de Cataluña en aplicación del artículo 155 de la Constitución, no ha destituido al Jefe de Telecomunicaciones que hace unos días anunció que no iba a acudir a recibir al Rey en la inauguración del Mobile World Congress celebrada ayer en Barcelona.
Pese a que el pasado viernes la cúpula del poder judicial en Cataluña abandonó un acto en el Colegio de abogados de Barcelona durante la intervención de Roger Torrent, el Presidente del Parlament de Cataluña cuando afirmó la existencia de 'presos políticos' en España, el ministro de Justicia del gobierno de España no les acompañó.
Desconozco si la débil aplicación del artículo 155 de la Constitución que está realizando el gobierno de España frente a los desafíos golpistas ha tenido alguna influencia en la actitud de Torrent de no acudir a recibir al Rey ni saludarlo durante todo el acto, así como en la actitud de Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona que, aunque sí se acercó a saludarlo durante la cena, tampoco acudió a la recepción al Jefe de Estado.
Lo cierto es que ayer el Rey de España, el símbolo constitucional de la unidad y permanencia del Estado, fue desairado en Barcelona por dos políticos partidarios de la República catalana, porque consideran inaceptable su defensa de la Constitución, nuestro Acuerdo de convivencia, la Ley de leyes que nos hace ciudadanos libres e iguales, vivamos donde vivamos, votemos a quien votemos y hablemos el idioma que hablemos.
Sí, soy un español que el pasado 1 de octubre sufrió de nuevo la indignidad de ver cómo, después de asegurar que no se iba a celebrar, el Gobierno de España permitía la celebración del segundo referéndum ilegal para la autodeterminación de Cataluña en el que, al igual que el 9 de noviembre de 2014, sólo dos millones de votantes, apelando a supuestos derechos territoriales anteriores a la Constitución, intentaron mutilar de forma sectaria la soberanía que compartimos 45 millones de compatriotas.
Sí, soy uno de esos millones de españoles que el 1-O se sintió de nuevo traicionado por el gobierno de España. Uno de tantos que sacó la bandera al balcón de su casa, que buscó compañía en la defensa de la Constitución y del Estado de derecho y que, salvo a políticos extra parlamentarios, periodistas de medios no mayoritarios y tuiteros de modesta influencia, sólo encontró a Su Majestad el Rey.
En efecto, dos días después del 1-O millones de españoles estábamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida democrática. A más a más, en Cataluña se había convocado una huelga general como "respuesta unitaria a la represión del Estado" y todos los catalanes pudieron ver (y sufrir) escarnios a agentes policiales, señalamientos a periodistas y políticos, así como enfrentamientos entre compañeros de trabajo y entre familiares. Es decir, ese día los catalanes conocieron algunas de las consecuencias de ser súbditos de la República catalana.
Por eso al final de aquel martes 3 de octubre de 2017 la mayoría de los catalanes y del resto de españoles hicimos nuestro el discurso del Jefe de Estado. Porque el Rey de España alzó la bandera por la que millones de españoles estamos dispuestos a luchar.
Millones de españoles estuvimos representados también por los miles que fueron a la manifestación del 7 de octubre en Madrid y, especialmente, por el millón de catalanes que participaron al día siguiente en la histórica manifestación de Barcelona con aquel inolvidable discurso de Vargas Llosa.
Dos semanas después, Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno de España, tras reunirse con Pedro Sánchez y con Albert Rivera, avisó de la aplicación del artículo 155 de la Constitución pero también de que abortaría la aplicación de dicho artículo si Puigdemont convoca elecciones en Cataluña.
Fue entonces cuando como un luminoso sueño en medio de una oscura pesadilla, emergió, con enorme altura y belleza deslumbrante, la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Un acto celebrado el 20 de octubre en el que la presencia y los discursos de los presidentes del Parlamento, del Consejo y de la Comisión Europea dieron una relevancia extraordinaria al memorable discurso que el Rey pronunció. Un discurso que fue especialmente importante en su parte final y, aún más, si cabe, en estas palabras.
Unas horas después, la mañana del sábado 21, se celebró el consejo de ministros en el que Rajoy dio a conocer el documento de medidas para la aplicación del artículo 155 de la Constitución que días más tarde se llevaría al Senado para su aprobación y posterior aplicación tras su publicación en el BOE. En dicho documento se incluían medidas tan necesarias como el control de los miembros de la policía de la Generalidad ("En el caso de que sea necesario los miembros del Cuerpo de Policía de la Generalitat de Cataluña - Mossos d'Esquadra - serán sustituidos por efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado"), así como medidas para "garantizar la transmisión de una información veraz, objetiva y equilibrada ..." en el ámbito del servicio público autonómico de comunicación audiovisual (TV3, Catalunya Radio...).
Pese a que todas esas medidas estaban sometidas a revisión ("El gobierno podría anticipar el cese de estas medidas si cesasen las causas que lo motivan") y tenían una duración determinada ("se mantendrán vigentes y serán de aplicación hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno de la Generalitat resultante de la celebración de las correspondientes elecciones al Parlamento de Cataluña"), ese mismo día 21 se trasladó la idea desde medios cercanos al gobierno de que las elecciones catalanas se celebrarían en seis meses. Muchos estábamos contentos.
Sin embargo, el viernes 27, pocas horas después de la aprobación en el Parlamento de Cataluña de la resolución para declarar la independencia, Rajoy anunció la disolución del Parlamento de Cataluña y la convocatoria de las elecciones catalanas para el día 21 de diciembre.
Lamentablemente, cuatro meses después seguimos viviendo momentos muy negativos para nuestra vida democrática.
Pese a que por actuaciones de la Justicia algunos políticos responsables de los hechos acontecidos los pasados meses se encuentran en prisión preventiva acusados de graves delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos, el gobierno de España no ha evitado la huida a Bélgica de Puigdemont, el expresidente de la Generalidad.
Pese a que Forn y Trapero, como respectivos responsables político y operativo de los Mozos de escuadra están en prisión preventiva acusados de rebelión y sedición. Pese a que los Mossos fueron interceptados por la Policía cuando trataban de quemar cajas llenas de documentos que relacionaban a sus mandos con decisiones contrarias a las órdenes del TSJC de impadir el 1-O, pese a lo anterior, el gobierno de España no ha adoptado ninguna medida que afecte a la policía autonómica catalana en aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Pese a que TV3 no emitió el dicurso de nochebuena del Rey. Pese a que desde Catalunya Radio se informó de los movimientos de la Policía y la Guardia civil en Cataluña, pese a lo anterior, el gobierno de España no ha adoptado ninguna medida que afecte a esos medios públicos de comunicación en aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Pese a que el gobierno de España asume el control de la Generalidad de Cataluña en aplicación del artículo 155 de la Constitución, no ha destituido al Jefe de Telecomunicaciones que hace unos días anunció que no iba a acudir a recibir al Rey en la inauguración del Mobile World Congress celebrada ayer en Barcelona.
Pese a que el pasado viernes la cúpula del poder judicial en Cataluña abandonó un acto en el Colegio de abogados de Barcelona durante la intervención de Roger Torrent, el Presidente del Parlament de Cataluña cuando afirmó la existencia de 'presos políticos' en España, el ministro de Justicia del gobierno de España no les acompañó.
Desconozco si la débil aplicación del artículo 155 de la Constitución que está realizando el gobierno de España frente a los desafíos golpistas ha tenido alguna influencia en la actitud de Torrent de no acudir a recibir al Rey ni saludarlo durante todo el acto, así como en la actitud de Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona que, aunque sí se acercó a saludarlo durante la cena, tampoco acudió a la recepción al Jefe de Estado.
Lo cierto es que ayer el Rey de España, el símbolo constitucional de la unidad y permanencia del Estado, fue desairado en Barcelona por dos políticos partidarios de la República catalana, porque consideran inaceptable su defensa de la Constitución, nuestro Acuerdo de convivencia, la Ley de leyes que nos hace ciudadanos libres e iguales, vivamos donde vivamos, votemos a quien votemos y hablemos el idioma que hablemos.
Llegados a este punto les pido que miren este vídeo detenidamente.
Observen a Su Majestad el Rey cuando, con ocasión de su 50º aniversario, el pasado 30 de enero, impuso el Collar de la insigne Orden del Toisón de Oro a Su Alteza Real la Princesa de Asturias. Se lo ruego. Presten atención a los gestos y, especialmente, a estas palabras:
"Porque tus acciones, todas, deberán guiarse por el mayor sentido de la dignidad y la ejemplaridad, por la honestidad y la integridad, por la capacidad de renuncia y de sacrificio, por el permanente espíritu de superación y por tu entrega sin reservas a tu país y a tu pueblo.
Deberás respetar a los demás, sus ideas y creencias. Y amarás la cultura, las artes y las ciencias, pues ellas nos dan la mejor dimensión humana para ser mejores y ayudar a progresar a nuestra sociedad.
Te guiarás permanentemente por la Constitución, cumpliéndola y observándola.
Servirás a España con humildad y consciente de tu posición institucional.
Y harás tuyas todas las preocupaciones y las alegrías, todos los anhelos y los sentimientos de los españoles."
Finalmente, les invito a reflexionar sobre ciudadanos, súbditos, monarquía y república. Y le solicito una conclusión. Una respuesta para ustedes mismos y para España. Porque, como dijo Oriana Fallaci, hay momentos en la vida en los que callar se convierte en una culpa. Hablar, una obligación, un deber civil, un desafío global, un imperativo categórico del cual no es posible evadirse.