28 febrero 2022

Yo soy un patriota. ¿Y tú qué eres?

 

"Amo demasiado a mi país para ser nacionalista"

Albert Camus



Escribo aquí para compartir lo que veo. Porque lo que no se da se pierde. También lo hago para leermeYa saben, hablar con uno mismo tiene efectos terapéuticosY reconozco que mi razón última para hacer esto es la recompensa. "El hombre que mueve montañas empieza apartando piedrecitas". ¿Conocían esta bella idea atribuida a Confucio? Pues eso. Que lo sé. Que alguna montaña acabará moviéndose después de diez años apartando aquí las piedrecitas que veo en el camino.

Pero esta vez es diferente. Hoy escribo, también, para defenderme. Así que aparto aquí esta "piedrecita" para ti, totalitario, y también para ti, globalista, porque, cada uno a vuestra manera, me atacáis por ser un patriota.








Sí, yo soy un patriota. Amo a España y le procuro todo bien. Pero no te equivoques, no soy un nacionalista. Tampoco lo fue José Luis López Delacalle, columnista de 'El Mundo' asesinado por ETA el 7 de mayo de 2000. Por eso hago mía la primera parte de un artículo suyo publicado en su diario, un par de años antes de que le quitaran la vida los asesinos nacionalistas vascos. Se titula '¿Nacionalista? Ni vasco ni español'.

"Últimamente, con demasiada frecuencia, más de palabra que por escrito, y siempre sólo en términos de admonición política, estoy siendo acusado de nacionalista español. Contra esta falsedad podría emplear argumentos de grueso calibre, pero la cosa no es para tanto. Además quien compra un periódico puede juzgar lo que lee como le plazca. Prefiero rebatirlo, pues, de otra manera. Para ello, en primer lugar, tengo que pedir disculpas por hablar de mí mismo. 

Desde muy joven, en los años que era realmente difícil hacerlo, participé en la política. Siempre en el País Vasco. Solamente he estado afiliado a un partido, al PC, en el que ocupé cargos de responsabilidad. Lo abandoné hace ya bastantes años. En los inicios de mi militancia, al principio de la década de los 60, éramos muy pocos, poquísimos, los que combatíamos a la dictadura. Sin ser hostil, el entorno no nos era favorable. En mi Tolosa natal el franquismo contaba con un importante apoyo. Niño de la posguerra, sobre mi primera juventud habían recaído todos los influjos de la guerra perdida, tanto por la tradición familiar, republicana y de izquierdas, como por mi relación de siempre con núcleos nacionalistas. Muy joven leí libros de José Antonio Agirre y los editados con versiones nacionalistas de la guerra en Euskadi. Igualmente narraciones del bombardeo de Gernika. 

Tempranamente, supe de la República, de la conflagración civil y que había existido un Gobierno vasco constituido por nacionalistas y no nacionalistas. Que el Estatuto había sido, y tendría que serlo en el futuro, parte de la democracia que con toda seguridad sería recuperada. Ingresé en un partido que había sido parte del Gobierno vasco. Tal evento estaba en su historia y en el listado de sus aspiraciones. Fui detenido en 1966. Cuando muchos fervientes nacionalistas de hoy, aún teniendo entonces edad suficiente, desconocían incluso la existencia del término Euskadi, ante el tribunal de Orden Público -publicado está- defendí la libertad y una democracia en la cual Euskadi recuperara el Estatuto, su autogobierno. Al salir de la cárcel, después de más de cinco años, seguí actuando en la clandestinidad. Para entonces se había desarrollado ETA e incrementado su activismo, cosa que en toda coyuntura y ocasión he condenado. Nunca he soportado que la vida ajena se utilice como instrumento de presión política. He sido un convencido de que en España habría democracia si se zanjaba el abismo de la guerra civil y se iba, por vía pacífica, en la perspectiva europea. Participé en la campaña de apoyo a la Constitución y al Estatuto. Siempre he criticado, desde el partido al que pertenecí y como articulista, mi única actividad pública en los últimos quince años, los ejercicios de ficción política, el empeñarse en diseñar modelos políticos para Euskadi al margen de la realidad de España como estructura política. He colaborado, incluso económicamente, en proyectos de cultura vasca. Mi muy limitado euskara, no ha sido obstáculo para que mis hijos, incluso en la universidad, hayan optado por estudiar en euskera y entre ellos siempre se comuniquen en esta lengua. Me satisfacen todos los éxitos vascos, del tipo que sean. Me emocioné el día que conocí el Metro de Bilbao. Me duele la Euskadi negra. Me gustaría una Euskadi armónica e integrada en el autogobierno. 

Me siento más vasco fuera del país. Aquí algunos lo son al cien por cien; y eso en la vida en nada... ¿Todo esto me convierte en un nacionalista vasco? No. Me limito a querer ser un buen ciudadano, quizás a ser un patriota constitucional o estatutario." 


No, yo no soy un nacionalista. Sí lo es Arnaldo Otegi, quien justificó el asesinato de López Delacalle siendo portavoz de Euskal Herritarrok (EH), el partido en el que militó otro terrorista, Josu Ternera, el jefe de ETA, mientras fue diputado en el parlamento vasco gracias a los votos de miles de vascos nacionalistas y totalitarios. Llegó incluso, qué ignominia, qué dolor para las víctimas de ETA, a ser miembro de su Comisión de Derechos Humanos (sic) gracias a los votos de partidos nacionalistas vascos. EH, así se llamaba aquel año 2000 el partido de la denominada "izquierda abertzale", el instrumento político de ETA según Baltasar Garzón

Por cierto, es muy esclarecedor ver que la Euskaltzaindia, la Real academia de la lengua vasca, traduce la palabra "abertzale", un neologismo creado en 1896 por Sabino Arana Goiricomo "patriota; nacionalista". Como si fueran lo mismo. 
 








Primera verdad incómoda: No es lo mismo ser patriota que ser nacionalista.

"El nacionalismo consiste en un movimiento sociopolítico de afirmación nacional-estatal, así como la ideología que lleva consigo. También se aplica a la maquinación sociopolítica de un sector social que aspira a formar un Estado, con el objeto de someter al conjunto de la sociedad a su particular y sectaria visión de la 'nación'. (...) 

En sociedades pluralistas cultural y políticamente: el nacionalismo promueve la segregación en función de las diferencias, o la eliminación de las diferencias y, en su forma extrema, conduce consecuentemente al fascismo, esto es, a la imposición violenta del "espíritu del pueblo". 

Es propio del nacionalismo exaltar los sentimientos particularistas, sacralizarlos, hasta convertirse en una religión perversa, que alimenta el fanatismo. 

La 'solución nacionalista' propone, más o menos camufladamente, una política de segregación estatal/territorial y de homogeneización interna, liquidadora de la variedad cultural existente en la sociedad. Evoquemos el caso no tan lejano de la antigua Yugoslavia... Y es que la 'solución nacionalista' niega, por principio, el pluralismo cultural, ya que lo considera como contaminante y degradante para la pureza identitaria. 

El nacionalista suele (en contra de lo que finge) ignorar la historia. La reescribe como mito, falseando los hechos. La entidad nacionalista, presuntamente dotada con una identidad cultural propia, homogénea y permanente a lo largo del tiempo, es siempre una invención imaginaria. 

La estrategia de los movimientos nacionalistas presenta dos fases típicas: 1ª, la liquidación de la disidencia y las diferencias socioculturales; 2ª, la expansión territorial y la anexión de zonas limítrofes. (...) 

Los nacionalistas creen que todos los demás también son nacionalistas, aunque de otro signo, de otra nación. Nada más falso. Uno puede pertenecer a un Estado-nación sin defender ningún nacionalismo. Solo el nacionalista (por su nacionalismo) es contrario al pluralismo sociocultural, en la medida en que pregona la identidad/homogeneidad cultural. En cambio, un Estado pluralista no es, por principio, 'nacionalista', por cuanto ampara la heterogeneidad cultural. Solo el nacionalista fanático, en su simpleza, concibe que obligatoriamente todo el mundo tiene que ser nacionalista de un signo o de otro: si no eres 'catalanista', tienes que ser 'españolista'. (...)

¿Qué es la Nación? Aparte romanticismos, la Nación es siempre el producto resultante del Estado. Las naciones son construcciones históricas, organizaciones socioculturales y políticas complejas. 

Donde no hay Estado, no hay Nación. El Estado es el aparato central que organiza a la Nación: la constituye como tal. Puesto que no existen naciones previas a la organización estatal, la idea de Nación solo puede aplicarse correctamente al Estado-Nación. Suponen una inconsistencia lógica e histórica, además de una necedad, esos constructos de 'Nación de naciones' o 'Estado plurinacional', verdaderas perlas del filibusterismo intelectual."


Del artículo "Las falacias del nacionalismo" de Pedro Gómez García.









Segunda verdad incómoda: No es lo mismo ser patriota que ser globalista.

"Acostumbrados como estáis al doble juego, cegados como estáis por la miopía, no entendéis o no queréis entender que nos han declarado una guerra de religión. Promovida y fomentada por una facción de aquella religión, puede ser, (¿puede ser?), pero de religión. (…) 

Que puede ser que no aspire a conquistar nuestro territorio, pero mira a la conquista de nuestras almas. A la desaparición de nuestra libertad, de nuestra sociedad, de nuestra civilización. Es decir, al aniquilamiento de nuestra manera de vivir o de morir, de nuestra manera de rezar o no rezar, de pensar o no pensar. De nuestra manera de comer y beber, de vestirnos, divertirnos, informarnos… 

No entendéis o no queréis entender que si no nos ponemos, si no nos defendemos, si no combatimos, la Yihad vencerá. Vencerá y destruirá el mundo que bien o mal hemos logrado construir, cambiar, mejorar, hacer un poco más inteligente."


Del libro "La rabia y el orgullo" de Oriana Fallaci.







"La característica principal del patriotismo español ha sido su carácter reprimido debido a la virulencia de las diversas leyendas negras y a una imagen que identificaba el patriotismo con el franquismo" (...) 

El patriotismo, entendido como una virtud, no es agresivo, aunque éste sea el pretexto habitual para deslegitimarlo como sentimiento moral. (...) 

Patriota es quien actúa en forma que beneficia a la patria, quien no rehúye los sacrificios que los intereses de la patria le impongan, quien no la posterga en sus preferencias o la traiciona en sus necesidades."


Del libro "Una apología del patriotismo" de José Luis González Quirós





Tercera verdad incómoda: No es lo mismo defender España que rendirse






DEFENDAMOS LA UNIDAD ¡CONTRA LA AMNISTÍA Y EL GOLPE DE SÁNCHEZ! 
DOMINGO 29.10.23 A LAS 12.00H 
EN PLAZA DE COLÓN, MADRID 


La amnistía que prepara Pedro Sánchez es un nuevo paso hacia la ruptura de la convivencia y la legalidad. Un nuevo paso que responde a intereses partidistas con el objetivo de mantenerse en el poder. Significa un perdón generalizado de los delitos cometidos por el secesionismo, lo cual atenta contra los principios fundamentales del Estado de Derecho y contra la igualdad ante la ley. Todas las personas, sin importar su cargo o condición, deben rendir cuentas por sus acciones en un sistema democrático. 

En lugar de promover la unidad y la convivencia, Pedro Sánchez sigue cediendo y premiando a quienes buscan imponer sus fines políticos mediante la desobediencia, la extorsión y el ataque a la Constitución. Todo ello sin importar que ello suponga el desgaste y la desconfianza en nuestras instituciones y genere la división y la polarización más profunda en la sociedad española. Para Sánchez, la prioridad es conseguir mantenerse en el gobierno y seguir impulsando así un proyecto que ha supuesto un retroceso en la libertad, el bienestar y la convivencia de los españoles. 

Cualquier gobernante debería respetar y anteponer los intereses de España a los propios, actuando en consonancia con los principios democráticos y la voluntad de la mayoría de los españoles. Una mayoría que valora ante todo la unidad, la legalidad y la convivencia. 

El pueblo español ha demostrado siempre que es capaz de aparcar sus diferencias por encima de siglas, partidos o ideologías cuando ve amenazada su unidad, su libertad y sus instituciones. Así lo ha demostrado desde 2017. Así lo hizo movilizándose y manifestándose protagonizando un movimiento cívico histórico que llevó a la cárcel a los líderes del golpe secesionista en Cataluña. Y así lo volverá a demostrar. 

Ante la gravedad de la situación, la Fundación DENAES convoca a toda la sociedad civil y a los partidos políticos en la Plaza Colón de Madrid el domingo 29 de octubre para manifestarse frente a una maniobra que solo traerá división y enfrentamiento entre españoles.









NOTA: Esta entrada se actualiza el 18 de octubre de 2023 con la tercera verdad incómoda: No es lo mismo defender España que rendirse.