Soy el padre de una mujer de 16 años que ayer acudió, con ese cartel y esas zapatillas, a la manifestación de "la huelga feminista" convocada con un manifiesto que, entre otras cosas, afirma:
"Nuestras vidas siguen marcadas por las desigualdades, por las violencias machistas, por la precariedad, por procesos de exclusión derivados de nuestros empleos, la expulsión de nuestras viviendas, el racismo, por la no corresponsabilidad ni de los hombres ni del Estado en los trabajos de cuidados."
Amo la libertad, la verdad y la justicia. Pero más amo a mi hija. Por eso me gustó tanto que eligiera para el cartel esas palabras de "Ella". Precisamente por eso me disgustó que fuera a una manifestación convocada con medias verdades. Y, por supuesto, también por eso me inquietó la conversación que tuvimos los dos tras su vuelta a casa.
Ha sido su primera vez. Nunca había ido a una manifestación. La conozco y a pesar de su carácter reservado, imaginaba su interés por acudir y anteayer le pregunté si había leído el manifiesto. Y le hice saber mi opinión: la mayoría de los organizadores son totalitarios que les importa más la dominación de la sociedad que los derechos de las mujeres.
Antes de salir de casa me enseñó el cartel y me dijo que había leído el manifiesto. Eso estuvo bien pero, inevitablemente, recordé estas perturbadoras palabras de 'Los orígenes del totalitarismo' de Arendt:
"El factor inquietante en el éxito del totalitarismo es más bien el verdadero altruismo de sus seguidores: puede ser comprensible que un nazi o un bolchevique no se sientan flaquear en sus convicciones por los delitos contra las personas que no pertenecen al movimiento o que incluso sean hostiles a éste; pero el hecho sorprendente es que no es probable que ni uno ni otro se conmuevan cuando el monstruo comienza a devorar a sus propios hijos y ni siquiera si ellos mismos se convierten en víctimas de la persecución, si son acusados y condenados, si son expulsados del partido o enviados a un campo de concentración."
Quienes creen en la omnipotencia humana (los que piensan que todo es posible si uno sabe organizar las masas para lograr ese fin) son los verdaderos culpables del acoso de ayer a la sede de @Vox_Murcia #8M #TotalitarismoEnEspaña pic.twitter.com/rwyefT58ZE— Lo que veo en el camino 🇪🇸 (@loqveoenlcamino) March 9, 2019
Y, en efecto, cuando volvió a casa lo más inquietante fue la indiferencia con la que, tras preguntarle si sabía lo que había sucedido en la sede de Vox en Murcia, me respondió:
"Les han tirado huevos"
Lo más inquietante del totalitarismo es lo fácil que lo tiene para triunfar.
Lo he visto en mi propia hija. Poco importa que le rebatiera su respuesta en ese mismo instante señalándole la incoherencia entre su actitud indiferente ante ese acoso y la libertad que proclama su cartel. Poco importa que siga siendo el tipo más cansino del mundo defendiendo la libertad (que como la salud sólo valoramos cuando ya no la tenemos) porque lo que veo en el camino, en casa, en la calle, en las redes sociales, en los medios de comunicación, en todos sitios, es que:
"Las ventajas de una propaganda que constantemente «suma el poder de una organización» a la débil e insegura voz de la argumentación y que por eso actúa, por así decirlo, con el incentivo del momento, sea lo que diga, resultan obvias más allá de toda demostración. A prueba de argumentos basados en una realidad que los movimientos prometen cambiar, ante una contrapropaganda descalificada por el simple hecho de que pertenece o defiende a un mundo que las masas desamparadas no pueden ni quieren aceptar, sólo puede quedar desautorizada por una realidad más fuerte o mejor."
Hannah Arendt dixit.
(Inicio actualización 10/03/2019)
Esta mañana, como casi todos los fines de semana, he desayunado escuchando el editorial de Don Luis del Pino. Y ahora, como otras veces, lo utilizo para terminar mi artículo.
Porque "Lecciones del 8M" habla de esa realidad más fuerte o mejor que necesitamos si queremos derrotar al totalitarismo vestido de feminismo.
"Porque el 8 de marzo no pertenece a Podemos, ni al PSOE, ni a sus organizaciones satélites y chiringuitos subvencionados. El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y pertenece a todo aquel que lo quiera celebrar. Y si PSOE y Podemos lo transforman en un aquelarre, lo correcto es no solo desmarcarse, sino celebrarlo de otra manera.
Si Podemos y el PSOE convocan las manifestaciones del 8M con manifiestos que desnaturalizan el Día Internacional de la Mujer, transformándolo en un ejercicio de propaganda de la ideología de género, lo correcto es no solo no acudir, sino convocar otras manifestaciones paralelas con un manifiesto que sí reivindique la lucha por los derechos de la mujer.
¿Por qué permitimos que unos farsantes se adueñen de ese día, que nos pertenece a todos?"
(Fin actualización 10/03/2019)